martes, 14 de agosto de 2018

Gente del Brazo del Este (2)

Tras introducirnos en la arquitectura agroindustrial de la Marisma y las alas del arrozal en El Reboso, nos acercamos a las tablas del arroz cuarteadas por los almorrones, la red de caminos de agua y tierra, y las vivencias de la gente del Brazo del Este.

Nos acompañan Florián Luna, José y Juana. Florián, FLORI en Los Palacios (porque si lo llamas FLORIÁN igual ni responde) es ... como poco, artesano de la marisma, la atarraya y la nasa, la enea y la mimbre. Pero si algo es nuestro Flori (porque siempre está pa lo que te haga falta) es amante, de su Juana y su familia, de sus amigos de Los Palacios  y del Mundo con capital en Castro del Río, orilla del Salsum Flumen, salado como la marisma del Flori. Hacer camino con Flori no es pasear; tampoco descubrir rincones desconocidos del Brazo del Este para interpretar o fotografiar. Caminar con Flori en el arrozal es casi experiencia religiosa que convierte el corazón de piedra en bomba de La Pantomina, y en canal y acequia nuestras venas, llenas ahora de arroz y agua, cangrejos y escamas de albures y panarras.


El Flori es memoria viva de los antiguos riacheros que emprendieron en su día nuevas formas de aprovechamiento de la marisma en torno a la pesca de albures y cangrejos, una actividad que en Los Palacios llegó a crear seis cooperativas. JOSÉ es inseparable del Flori en el arte de la atarraya y en las ya habituales galas marismeñas de ilustración de lo propio a los visitantes de Los Palacios, sean de Málaga con cuaderno y lápiz, o de Sevilla con cámara y prismáticos. José es reservado, habla menos que el Flori, no porque sepa menos o no tenga ganas, es que siempre está buscando el sitio perfecto para volar la atarraya.


JUANA es compañera y ama del Flori, guionista y directora de escena, experta pues en la escenografía de la demostración y, como no, de la cocina marismeña. Que Juana revele las recetas tradicionales del arroz no es complicado; lo hace constantemente porque es también libro abierto como su Flori, capaz de posar rodeada de girasoles, como de sorprender, al más pintado chef ejecutivo de la galaxia de estrellas y soles de la gastronomía andaluza, con su cazuela de albures o arroz con pato, sino que le pregunten al jurado del Concurso del Arroz de la Diputación de Sevilla quién es La Juana.


Seguimos caminado por el Brazo del Este, ahora con la familia Romero. LOLI Y JUAN MANUEL, son hijos del arrozal, su hija también. Llevan a gala el saber, ser y hacer de la marisma como legado de sus mayores. Juan Manuel sigue siendo patero de trabuco renovado por la superpuesta y el cartucho; Loli no puede pasar sin meterse en el arrozal y comulgar con la tierra y el agua a través del contacto del barro en su piel. Sin saberlo, ni ser conscientes de ello, Los Romero mantienen viva la cultura de la marisma y el arrozal. Recorrer con ellos el camino del Brazo del Este es más visita VIP de museo vivo o al Atlas del Patrimonio Inmaterial de Andalucía que un simple paseo.


Llegamos a La Bomba, la de La Pantomina o La Amargazuela, según se hable con unos, los propios del lugar, u otros, los geógrafos. La Bomba es pieza clave del funcionamiento hidrológico del Brazo del Este, pero también espacio histórico en el que la vieja esclusa, ya casi enterrada por el barro y cubierta por el taraje y el carrizo, resiste junto a las nuevas infraestructuras de la modernización del arrozal. Aquí nos sorprendió MANUEL SANTIAGO, peón que levantó la esclusa y los canales viejos de la marisma, regalándonos en cada momento del camino historias de jarrillos de lata y vino en el almorrón, o de compra y venta de racimos de uva y pan en las ventas y casas del arroz.


No acaba aquí la referencia a la gente del Brazo del Este; estaría incompleta sin los hermanos García. PEPE y MANUEL son hijos también del arrozal. Pepe continua con la tradición familiar del arroz ofreciéndonos en cada café de tarde, historias y recuerdos arroceros, Manuel no puede pasar tampoco sin el arroz, ni el recuerdo de trineos y garbas, volviendo cuando puede al arrozal para recoger instantáneas mágicas con su cámara o simplemente la retina. Pepe es poco amigo de retratos, y Manuel, siempre cámara en mano, difícil de retratarlo.

Tampoco sería completo este recopilatorio de gente y marisma sin la mención de los miembros de la Asociación de Fotografía de Los Palacios, incluido Manuel García, su presidente, que dejaron la cámara por acompañar y atender a los fotógrafos que quisieron compartir camino desde Sevilla, Alcalá de Guadaíra, Castilblanco de Los Arroyos, Dos Hermanas, El Puerto de Santa María o Chipiona. Son sus imágenes las que ilustran las entradas que dan cuenta de este primer destino. Gracias a María Gonzalez, José Manuel Mayorga, María del Mar Ortega y Juan Manuel Moncayo, así como Manuel Santiago por regalarnos también esos momentos increíbles con su padre.


Y me dejo para el final a Er Bisho Verde, ANTONIO RÚA GALLEGO, palaciego de adopción, amante del blanco nieve del Puerto de Navacerrada y el de la Sal de Valcargado. Antonio Rúa, como los Valencianos, decidió escribir una nueva historia en la Marisma. Fue pionero de la gestión integrada de residuos en Andalucía hasta que comenzó otro capítulo en torno a la educación ambiental en la Dehesa de Abajo y La Cañada de Los Pájaros. Como amante de las letras y la aventura, sigue escribiendo nuevos capítulos y trazando nuevos caminos con el que escribe. Por ser más que compañero fiel de viaje y proyectos y, sobre todo, por compartir la Sal de la Vida, la amistad, simplemente GRACIAS.


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